Dioses Aztecas
Ometecuhtli y Omecihuatl – Dioses de la creación
Antes de la creación del hombre, mucho antes de la creación de la tierra, podríamos hablar que, no existía nada en el universo, solo se encontraban dos entes que se dedicaban a crear seres a su propia voluntad, una pareja que representaba la dualidad en el universo, estos dos dioses fueron encargados de crear todo lo que conocemos, los padres de todos los dioses subsecuentes.
Probablemente el dios más importante de toda la mitología azteca, Huitzilopochtli era considerado el dios de la guerra, nacido del vientre de Coatlicue y que despedazo a los hermanos que querían matar a su madre, este ser divino fue el encargado de guiar a los mexicas en su camino hacia la tierra prometida, era muy conocido ya que poseía un escudo con plumas y empuñaba una espada en forma de una serpiente de fuego.
En su largo caminar rumbo al valle de México, los aztecas hicieron dos paradas muy importantes, la primera en la antigua ciudad de Tula y la segunda en la abandonada ciudad de Teotihuacán, los aztecas conocieron la existencia de la serpiente emplumada y lo adoptaron como dios, esperando fervientemente su regreso para guiarlos a la gloria eterna con su inmensa sabiduría.
Quizás el dios más temido y a la vez el más venerado, Tezcatlipoca “el del espejo humeante” era un ser divino con un inmenso poder que brindaba prosperidad, riquezas o provocaba guerras y discordias a su antojo, considerado uno de los dioses encargados de crear al hombre, tenía la habilidad de hacerse invisible y vagar por distintos mundos haciendo lo que quisiera.
Encargado de proveer el vital líquido a la humanidad, señor de los truenos y parte fundamental para el desarrollo de las cosechas, Tláloc era uno de los dioses a los cuales se le tenía un respeto altísimo, cada temporada de cosechas se le ofrecían distintos sacrificios en su honor para asegurar las lluvias y que el agua que estaba alrededor de la ciudad no generara destrozos en la ciudad.
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